Yayos contra el barrio.
Primer filme dirigido por Daniel Barber y prácticamente el único. Barber fue nominado al Oscar en 2008 por el corto The Tonto Woman. Posteriormente dirigió en 2009 la sobresaliente Harry Brown y no volvió a coger la cámara hasta el 2014 con En defensa propia, su segunda y última película. Una auténtica lástima, porque el trabajo realizado con Harry Brown no te deja indiferente.
La película entra de lleno en el género de vigilantes por la puerta grande, y está protagonizada por el veterano Michael Caine con el modo Paul Kersey de Charles Bronson activado. Eso no quiere decir que tengamos acción a raudales, ni un alto body count, ni escenas épicas. ¿Pero entonces, qué la hace tan buena? Pues la manera de contar la historia de siempre desde otro prisma. El director apuesta por darle un toque más duro, más real, más de barrio y mucho más íntimo, y si a eso le añadimos el carisma de Caine, el resultado es sobresaliente.
Un barrio azotado por la delincuencia y la droga, un anciano triste por el fallecimiento de su esposa, y la pérdida de una amistad, son las premisas del título. Brown tendrá que enfrentarse a una banda con todos los achaques de la edad de por medio a sus 76 años. Veremos como los problemas del corazón y la escasa forma física pasan factura contra enemigos mucho más jóvenes, y es aquí cuando más se empatiza con el actor.
El reparto está cargado de actores de Juego de Tronos como David Bradley, Iain Glen, y Liam Cunningham, pero hay que destacar el personaje de Stretch, un traficante de drogas y de armas interpretado por Sean Harris. Su duración en pantalla es muy corta, pero no te dejará indiferente. Pocas veces he visto a un personaje tan despreciable y que de tanto asco en cada toma. Su respiración, su mirada, su manera de comportarse, todo, todo es absolutamente desagradable, lo que lo convierte en una actuación para enmarcar digna de alabar y de premiar en festivales.
Las escenas de acción son muy reales. Se cuecen a fuego lento, y terminan por explotar de una manera brutal, rápida y sangrienta, que se agradecen en este tipo de películas. Harry Brown no es Paul Kersey, ni Harry Callahan, ni Cobra. Tampoco pretende serlo. Harry Brown es un título menor que bien se merece codearse con ellos aunque juegue en otra liga. Imprescindible para los amantes del género de vigilantes y de la buena acción.
Por @javi_cine