¡Yuyu! ¡Yuyu!
Como si de un hombre orquesta se tratase, S. Craig Zahler escribe, dirige y participa en la banda sonora de Bone Tomahawk. Lo primero que llama la atención del filme, es el reparto que tiene encabezado por un gran Kurt Russell (La cosa, Soldier). Con un papel que, a priori, es imposible no compararlo con el de Wyatt Earp de 1993, pero que poco tiene que ver.
Le acompaña Patrick Willson (Watchmen, Insidious), demostrando otra vez sus capacidades más allá del cine de terror. Richard Jenkins (La forma del agua, La cabaña en el bosque) interpreta al segundo ayudante del sheriff. También tenemos a la guapísima Lili Simmons (Banshee, True detective) como damisela en apuros. Mencionar la breve aparición del desaparecido Sid Haig (La casa de los mil cadáveres), y de David Arquette (Scream, Arac Attack).
Y como plato final, pero no menos importante, destaco el personaje de Matthew Fox (Perdidos), que se come la pantalla en todos los aspectos. Su carisma, su elegancia, sus conocimientos de combate y, sobre todo, su chulería y soberbia, hacen que, como amante del cine de acción, me decante por él como figura favorita, a la que, de ser por mí, le hubiera hecho una trilogía.
Con un reparto de este calibre, cuesta creer que Bone Tomahawk costó casi dos millones de dólares y se rodó en apenas un mes. No hay mejor definición de bueno, bonito y barato. Si alguna vez te han hablado o recomendado Bone Tomahawk, posiblemente te hayan contado algo relacionado con la escena del gran “yuyu”. Desagradable, visceral, y dolorosa, pero sin un ápice de CGI, todo es artesanal, a la vieja escuela, exceptuando el plano lejano de una cueva, cueva que se usó también en Iron Man.
El argumento del filme bebe claramente de El guerrero número 13 de John McTiernan a modo de western, pero con sabor a marca blanca. Eso no lo hace peor, lo hace distinto, más serie B, más íntimo, más café para cafeteros.
Bone Tomahawk se cuece a fuego lento, muy lento. No es la típica película que reclaman las salas más grandes de cine con productos coloridos sobrecargados de efectos especiales con mil planos y tomas por minuto. Es puro cine de autor. Es un wester clásico con un toque “distinto” al que todo el mundo debería de darle una oportunidad.
El cine necesita más de S. Craig Zahler.
Por @javi_cine