En mis tiempos las katanas servían para decapitar enemigos.
El reto del samurái fue de esos filmes que tuve la suerte o desgracia de poder disfrutar allá por los 90 en el programa Cinturón negro, que presentaba Coral Bistuer. La cinta se salía del habitual filme de artes marciales de origen asiático que se solía ver en el programa habitualmente.
Para empezar se trataba de una producción de Hollywood estrenada en 1981. Ese mismo año llegaría el boom del cine de ninjas y derivados por parte de la Cannon con La justicia del Ninja con Franco Nero y Sho Kosugi.
El filme tiene los siguientes nombres que la hacen más que llamativa, en la dirección nada menos que un artesano del thriller y la acción como John Frankenheimer (7 días de mayo, Ronin), el guión de John Sayles (Piraña, Aullidos), banda sonora del maestro Jerry Goldsmith y en el reparto un joven Scott Glenn (con un peinado de tazón que recuerda vagamente a David Carrandine en la serie Kung-fu) y el japones Toshirô Mifune, el mítico protagonista de Los 7 samurais o Yojimbo entre otros filmes de Akira Kurosawa.
Con semejantes nombres nos encontramos con un thriller de acción y artes marciales, que a pesar de ser de los 80 tiene un cierto regusto a thriller de la década anterior. Donde prima la historia antes que las peleas. El tono adulto del filme, da paso algún apunte de humor y a una historia romántica un poco metida con calzador solo para destacar la belleza de la actriz hawaiana Donna Kei Benz.
La trama es bien sencilla, un boxeador es contratado para llevar una katana de Los Angeles a Japón. Lo que parece algo sencillo, detrás hay una historia de una familia dividida por la rivalidad de las espadas gemelas. Nuestro protagonista aprenderá artes marciales y ya os podéis imaginar lo que sucederá a continuación.
Por si no fuera poco, la acción está bien llevada a ritmo de una banda sonora impactante (aunque los extras dan un poco el cante cada vez que Glenn empieza a disparar su metralleta), hay una buena dosis de sangre e incluso alguna decapitación. Con unas escenas de artes marciales coreografiadas por un tal Steve Seagal (Si, es Steven antes de convertirse en el comedor de zanahorias más famoso de Internet).
Se echa de menos alguna persecución automovilística (sobretodo viniendo de Frankeheimer) o que se hubiera hecho más hincapié en el villano, ya que nos encontramos con una historia del bien contra el mal clásica, donde lo tradicional se enfrenta a lo moderno (la fortaleza del villano tiene unos adelantos tecnologías impresionantes que hoy en día se siguen usando). Pero en líneas generales, es una cinta muy recomendable de ver.
Por @ged_joe