Rebelde sin pasta.
Hace poco en Espartanos, nuestro compañero J.Hernández hablaba de Desperado (1995), del nunca bien valorado Robert Rodriguez. Una cinta de acción explosiva con Antonio Banderas en plan «action hero» y que sirvió para darnos a conocer a la espectacular Salma Hayek.
Tres años antes de este filme, en 1992, debutaba con su opera prima, El mariachi, cuando Rodriguez contaba solo 23 años. En esta película ya le vemos ciertos tics que repetiría a lo largo de su carrera, como hacer de hombre orquesta de la producción realizando varias tareas. Hay que recordar que el filme fue producción de su propio bolsillo, desembolsando un millón de pesetas de la época (unos 6.000€ a día de hoy), dinero obtenido trabajando como conejillo de indias para unos laboratorios farmacéuticos o de pequeños premios de concursos de cortos donde había obtenido cierta notoriedad con Bedhead.
La historia del filme es bien sencilla, un joven mariachi (Carlos Gallardo, amigo de la infancia del director) llega a una pequeña ciudad dominada por Mauricio (Peter Marquand), un cartel de la droga. El sueño del protagonista es hacerse un nombre como músico, pero es confundido con un matón apodado Azul, que viste de forma «parecida» a nuestro protagonista y quiere vengarse de Mauricio. Los sicarios del traficante pondrán en apuros al joven que sin comerlo ni beberlo tendrá que cambiar su guitarra por una metralleta Mac-10 (el mismo arma que usa Snake Plissken en 1997: Rescate en Nueva York, uno de los filmes preferidos del director de Sin City). Por el camino contará con la ayuda de Domino, una joven, dueña de un bar de la cual se enamora.
Si una cosa destaca la película es por su ritmo (la persecución en el hotel, el salto al autobús con un cable y una polea), su humor absurdo (la escena en la que el mariachi va buscando trabajo en un bar y descubre para su desagradable sorpresa que ya hay un tipo con un teclado que se encarga de eso) y esos sueños oníricos que tiene el protagonista. Hay que recordar que el filme en un principio iba a ser el trabajo de fin de carrera del director, se nota que no se iba a ceñir a las normas habituales.
El que no haya visto nunca la película puede que se lleve las manos a la cabeza, por su producción, guión (tiene momentos sonrojantes) e incluso interpretaciones. Da igual ese aire de película amater rodada con amigos, El mariachi en su conjunto es un filme realmente muy disfrutable y entretenido que se pasa volando, que concluye con un final triste que sirve a modo de presentación, de un nuevo héroe de acción que tendría sus dos secuelas.
Por @ged_joe